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Roma – Durante los días 12-24 de noviembre de 2018, en nuestra Curia General, tuvo lugar el primer Consejo general de la Orden, presidido por el nuevo Ministro general, fr. Roberto Genuin. Como es sabido, recientemente (del 26 de agosto al 15 de septiembre) tuvo lugar el Capítulo general que, según nuestras Constituciones, proveyó a renovar los oficios más altos de la Orden, de lo cual ya se informó.
Por lo que los elegidos, el Ministro y sus diez Consejeros, luego de haber concluido sus servicios en sus respectivas circunscripciones, se encontraron en la Curia, donde procedieron a los primeros acuerdos. Así, dieron inicio al nuevo servicio a la Orden. La Constituciones dicen que “la tarea de los consejeros es ayudar al Ministro general en el gobierno de toda la Orden” (Const 125,7). A cada uno de ellos le es asignada un área particular, puede delegarles la presidencia de los capítulos y realizar las visitas a las circunscripciones de la Orden.
El Consejo general se reúne cinco veces al año para discutir los asuntos de la Orden. El Ministro, ayudado por el Secretario general, prepara el orden del día para los trabajos del Consejo. Cada uno de los consejeros es invitado a expresar su propia opinión sobre los puntos en discusión, según el orden y las indicaciones del Ministro, e informar sobre el trabajo realizado presentemente sobre los capítulos presididos, las circunscripciones visitadas, presentando también una relación escrita.
Tratándose esta vez del primer Consejo del sexenio, el Ministro quiso darle una connotación diversa. Por lo que el encuentro se inició con un tiempo de oración y de retiro en el cercano convento de Frascati. Fr. Raniero Cantalamessa, predicador apostólico, compartió su reflexión con el Consejo, meditación que tuvo como tema el gobierno de la Orden. Luego, el Ministro y el Consejo regresaron a la Curia donde se dedicaron a tratar cada uno de los puntos del orden del día.
Mientras tanto, como primer acto de su gobierno, el Ministro general escribió una carta a todos los hermanos de la Curia general y de las demás casas que de él dependen, en la cual confirma a cada uno de los religiosos en el propio oficio, hasta cuando no se provea de otro modo.