Ordo Fratrum Minorum Capuccinorum ES

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updated 11:54 AM UTC, Mar 20, 2024

Audiencia del Papa Francisco a los participantes del Capítulo

Mensaje del Ministro general fr. Roberto Genuin al Papa Francisco

Santo Padre,

Nosotros frailes Capuchinos reunidos en el 85° Capítulo general, le estamos profundamente agradecidos por la oportunidad de encontrarnos que cortésmente nos ha concedido. Le damos nuestro fraterno agradecimiento y deseamos renovar en sus manos, con el sentido y con las palabras mismas de San Francisco de Asís, la profesión de "obediencia y reverencia al Señor Papa" (RNB,1).

Todos los hermanos del Orden, aquí representados por los hermanos capitulares, expresan la cercanía cordial a su persona y, como usted no deja nunca de pedir, lo recuerdan al Señor en su oración cotidiana, para que Él lo apoye y lo consuele en su apostólico ministerio, incluso cuando las contrariedades se hacen más fuertes.

"Vengan, aprendan de mí… y encontrarán descanso" (Mt 11,29), fueron las palabras de Cristo que han guiado a los hermanos capitulares en estos días de fraternidad y de reflexión. Empujados por el deseo de ser cada vez más sus verdaderos discípulos en este nuestro tiempo, hemos estudiado y afrontado en particular el tema de la Ratio Formationis para todo la Orden. El texto, largamente preparado con la colaboración de las diversas expresiones de la Orden en el mundo, nos ha visto inequívocamente unidos y de acuerdo en los valores que caracterizan nuestra identidad carismática, y que podemos brevemente resumir en los términos: fraternidad y minoridad.

Padre Santo, la Orden de los Capuchinos se prepara a celebrar los 500 años del día en que el Papa Clemente VII, el 3 de julio de 1528 autorizó algunos frailes a vivir sine glossa la regla y el testamento de San Francisco de Asís. Quinientos años marcados por un gran número de hermanos, santos canonizados y santos ordinarios, beatos indicados por la Iglesia y beatos custodiados en el secreto del corazón de las fraternidades capuchinas, todos intensamente atraídos y enamorados de la mirada del Crucificado, que es la misma mirada del amor de Dios para la humanidad.

Seducidos por esto, han dedicado su vida a una caridad activa, a la acogida y la cercanía con todos, en un continuo salir de sí mismos para restituir el don recibido. Es por este motivo que los Frailes Capuchinos están siempre indicados como los Frailes del pueblo, no cerrados en un su personal y fecunda relación con Cristo, aunque fuese valiosa, sino capaces de devolver con sencillez y generosidad lo que han recibido; saliendo al encuentro del ser humano de toda condición y nación, han hecho conocer a los hombres y mujeres que encontraron que el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo es verdaderamente una buena noticia, y su acogida proporciona paz y alegría.

Nos lo ha recordado usted, Santo Padre: "La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de aquellos que se encuentran con Jesús. Con Jesús Cristo siempre nace y renace la alegría" (Evangelii Gaudium, 1).

Por eso nosotros Frailes Capuchinos estamos hoy como empujados de nuevo a ponernos nosotros mismos y nuestra fraternidad internacional al servicio de la Iglesia y del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Estamos de nuevo empujados a salir al encuentro del mundo, entre quien lo ha olvidado y negado y entre quienes todavía no lo han conocido, para asegurarnos de que la alegría del Evangelio pueda llegar a todos.

Amadísimo Padre, le agradecemos de corazón por su cercanía fraterna, por su coraje evangélico y, de modo especial, por el estímulo para renovar nuestra vida religiosa y el carisma que hemos recibido, poniéndolo al servicio de la Iglesia y su misión en el mundo. Las confirmamos nuestra gran estima y nuestra constante oración, para que el Espíritu sostenga y refuerce la llama que, a través de usted, está encendiendo en la Iglesia y particularmente en la Vida Consagrada.

Santo Padre, estamos deseosos de escuchar su palabra que nos guíe y nos confirme la voluntad de perseverar en el propositum vitae, que el Señor inspiró a fray Francisco y que "el Señor Papa confirmó" (Testamento 14) con su autoridad apostólica.

Y antes de reanudar el camino, le pido su paterna bendición. La invoco para mí al comienzo de mi servicio de Ministro General, y la invoco para todos los Hermanos Capuchinos esparcidos en 110 naciones del mundo, para que cada uno, confirmado en su propósito, viva la pobreza en alegría, la castidad en fidelidad, la obediencia con gozo, disponible a dejarse alcanzar por Cristo, nuestra alegría y nuestra esperanza.

Fr. Roberto Genuin, OFMCap.
Ministro General

Roma, 14 de septiembre de 2018
Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz

 

Video

 

Audiencia a los participantes del Capítulo general
de la Orden de Frailes Menores Capuchinos

14.09.2018

A las 12.50 horas, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, el Santo Padre Francisco ha recibido en Audiencia a los participantes del 85° Capítulo general de la Orden de los Frailes Menores Capuchinos, en curso en Roma, en el Colegio Internacional “San Lorenzo de Brindis”, del 27 de agosto al 16 de setiembre de 2018.

 

Discurso preparado por el Santo Padre

¡Queridos Frailes Menores Capuchinos!

Me siento grato por este encuentro, que me permite saludaros personalmente con motivo de vuestro Capítulo General. Doy las gracias al nuevo Ministro general, fray Roberto Genuin, expresándole mis mejores deseos de buen trabajo así como a su Consejo. En estos días de estudio e intercambio fraterno, habéis dedicado vuestra atención al tema "Aprended de mí... y encontraréis" (Mt 11:29), para identificar las perspectivas apostólicas y educativas que ofrecer a vuestros hermanos en todo el mundo. En efecto, además de la elección del nuevo gobierno de vuestra Fraternidad, habéis dedicado un espacio considerable a la Ratio Formationis Ordinis, documento importante para conducir a la persona consagrado al corazón del Evangelio, que es la forma de vida de Jesús, totalmente dedicada a Dios y al prójimo, especialmente a los últimos y a los marginados.

Siguiendo los pasos del Divino Maestro y el ejemplo de San Francisco, que encontrando a los leprosos encontró humildad y servicio, os esforzáis por vivir las relaciones y la actividad religiosa en la gratuidad, la humildad y la mansedumbre. Así, podéis realizar con gestos concretos y cotidianos la "minoridad" que caracteriza a los seguidores de Francisco. Es un don precioso y de gran necesidad para la Iglesia y para la humanidad de nuestro tiempo. Así actúa el Señor: hace las cosas simplemente. La humildad y la simplicidad son el estilo de Dios; y este es el estilo que todos los cristianos estamos llamados a asumir en nuestra vida y en nuestra misión. La verdadera grandeza es hacerse pequeños y servidores.

Con esta minoridad en el corazón y en el estilo de vida, dais vuestra aportación al gran compromiso de la Iglesia con la evangelización. Lo hacéis mediante la generosidad del apostolado en contacto directo con diferentes pueblos y culturas, especialmente con tantas personas pobres y que sufren. Os animo en este esfuerzo, que en el Capítulo general habéis compartido a nivel internacional, exhortándoos a no desanimaros ante las dificultades, entre ellas la disminución del número de frailes en ciertas zonas, sino a renovar cada día la confianza y la esperanza en ayuda de la gracia de Dios. La alegría del Evangelio, que fascinó irresistiblemente al “poverello” de Asís, sea la fuente de vuestra fuerza y de vuestra constancia porque con la referencia a la Palabra de Jesús todo aparece con una nueva luz, la del amor providencial de Dios. Cada vez que acudimos a la fuente para recuperar la frescura original del Evangelio, surgen nuevos caminos, nuevos enfoques pastorales y métodos creativos que se adhieren a las circunstancias actuales.

Nuestro tiempo muestra signos de un evidente malestar espiritual y moral, debido a la pérdida de las referencias seguras y consoladoras de la fe. ¡Cuánta necesidad tienen hoy las personas de ser acogidas, escuchadas, iluminadas con amor! ¡Y qué gran tradición tenéis vosotros, los Capuchinos en la proximidad de todos los días a la gente, en compartir los problemas concretos, en la conversación espiritual y en la administración del Sacramento de la Reconciliación! No dejéis de ser maestros de oración, de cultivar la robusta espiritualidad, que comunica a todos el llamado de las "cosas de allá arriba".

En esto, seréis más convincente si también vuestras comunidades y estructuras manifiestan sobriedad y frugalidad, una señal visible de esa primacía de Dios y de su Espíritu de la cual las personas consagradas se comprometen a dar un testimonio límpido. En esta perspectiva, también la gestión transparente y profesional de los recursos económicos es imagen de una verdadera familia que camina en corresponsabilidad y solidaridad entre sus miembros y con los pobres. Otro aspecto importante de la vida de vuestras comunidades es la unidad y la comunión, que se realizan dedicando un amplio espacio a la escucha y el diálogo para fortalecer el discernimiento fraterno.

La historia de vuestra Orden está repleta de testigos valientes de Cristo y del Evangelio, muchos de los cuales proclamados santos y beatos. Su santidad confirma la fecundidad de vuestro carisma y demuestra las señas de vuestra identidad: la consagración total a Dios hasta el martirio, cuando es requerido, la vida sencilla entre la gente, la sensibilidad hacia los pobres, el acompañamiento espiritual como cercanía y humildad que nos permite acoger a todos. En el surco de este estilo de vida, caminad animados por un renovado celo para adentraros, con libertad profética y sabio discernimiento, por caminos apostólicos valientes y fronteras misioneras, cultivando siempre la colaboración con los obispos y los otros miembros de la comunidad eclesial.

Vuestra identidad carismática, enriquecida por la variedad cultural de vuestra familia religiosa, es más que nunca válida y constituye una propuesta atractiva para muchos jóvenes del mundo que buscan autenticidad y esencialidad. Que la fraternidad brille como un elemento calificativo de vuestra vida consagrada, alejando de vosotros toda actitud elitista, estimulándoos a buscar siempre el encuentro entre vosotros y con todos, especialmente con los muchos sedientos del amor misericordioso que solo Cristo puede ofrecernos.

¡Que el Señor os colme con sus gracias y, en el espíritu de San Francisco, proceded alegres y seguros, siempre conscientemente agradecidos de pertenecer al santo Pueblo fiel de Dios, y de servirlo con humildad! ¡Qué os acompañe la bendición apostólica que os imparto de todo corazón a vosotros, Padres Capitulares, y a toda vuestra Orden! Y por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Gracias!

Vatican.va

Modificado por última vez el Jueves, 20 Septiembre 2018 19:08