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Dos hermanas de la gran Familia Capuchina

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Prot. N° 00290/22

A todos los Hermanos Capuchinos
y a todas las Hermanas Capuchinas
de la Madre María Francisca de Jesús, Ana María Rubatto
y de la Madre María de Jesús, Carolina Santocanale

 Dos hermanas de la gran Familia Capuchina

Queridas hermanas
y queridos hermanos:

 ¡El Señor les dé paz!

1. Es con gran alegría y gratitud al Señor que el 15 de mayo de 2022 festejamos la celebración de la Canonización de María Francisca de Jesús (llamada Ana María Rubatto), fundadora de las Hermanas Capuchinas de Madre Rubatto, y de María de Jesús (llamada Carolina Santocanale) fundadora de las Hermanas Capuchinas de la Inmaculada Concepción de Lourdes; dos mujeres que supieron responder a las penurias y necesidades de los pobres. Este acontecimiento es además un signo vivo y brillante de la profunda comunión entre la Orden de los Frailes Menores Capuchinos y la gran Familia que ha ido creciendo a lo largo del tiempo, agregando a muchos Institutos femeninos y masculinos.

2. Los dos Institutos entran a formar parte de la gran Familia Capuchina con el decreto de agregación del entonces Ministro General, fr. Pacífico de Seggiano: el 10 de junio de 1909 para las Hermanas Capuchinas de Madre Rubatto y 8 de diciembre de 1909 para las Capuchinas de la Inmaculada de Lourdes. Desde entonces han compartido con nosotros el don que San Francisco de Asís recibió del Señor: vivir juntos en pobreza y minoridad.

3. Las dos Fundadoras se encuentran con los Capuchinos, en tiempos y modos diferentes, en las personas del padre Ángel de Sestri Ponente para la Madre Rubatto y del padre Juan María Schiavo para la Madre Santocanale. Así es como en aquellas nacientes fraternidades floreció el modo de vivir sin nada propio donde Dios era el Bien, todo Bien, el sumo Bien. Como lo fue para San Francisco, fiel discípulo de Cristo, la pobreza y la fraternidad se convirtieron para ellas en signo de un amor humilde, que no retiene nada para sí y que encuentra, al devolverlo todo a Dios, la paz auténtica, la perfecta alegría y la unidad de comunión.

4. Durante el tiempo en que se estaba construyendo la unificación de Italia, las dos religiosas unieron a su manera el norte, donde trabajaba Madre María Francisca de Jesús Rubatto, y el sur, donde trabajaba Madre María de Jesús Santocanale, con una línea de continuidad que tiene por vínculo la caridad y la entrega a los más pobres. Pobres que para Madre Rubatto fueron también los muchos que emigraron de Italia para llegar a Uruguay, Argentina y Brasil. Pobres que para Madre Santocanale eran los que lo habían perdido todo en la tierra de Sicilia; entre ellos los que se encontraban solos, huérfanos o sin ningún tipo de asistencia y apoyo material.

De los breves apuntes de vida que siguen podemos captar cuánto el "sí" de ambas se hizo fecundo y cómo la abundancia de gracias que el Señor les concedió recayó también sobre los frailes Capuchinos.

5. María Francisca de Jesús, como seglar Ana María Rubatto, nació en Carmagnola (Turín), el 14 de febrero de 1844. A los cuatro años murió su padre y a los diecinueve años falleció su madre. Dejó su ciudad natal para trasladarse a Turín. Aquí se hace acompañante de la noble Mariana Scoffone, dedicándose también a los enfermos del Cottolengo y enseñando catecismo.

En el verano de 1883 estando en Loano (Génova), al salir de la iglesia, se encuentra con un joven obrero no calificado herido en la cabeza por una piedra caída de un andamio. Inmediatamente lo ayuda. El edificio en construcción estaba destinado a una comunidad femenina para la cual el padre capuchino Angélico de Sestri Ponente buscaba una directora. Intuye que Ana María es la persona que busca.

Ella se sorprende: tiene 40 años y una vida bien organizada. Después de una intensa oración y de los consejos de su Director espiritual y de San Juan Bosco, decide formar parte de la nueva familia religiosa. Así nació el 23 de enero de 1885 el Instituto de las Hermanas Terciarias Capuchinas de Loano (desde 1973 Hermanas Capuchinas de Madre Rubatto).

Con el nuevo nombre de Sor María Francisca de Jesús, por mandato del Arzobispo de Génova, Ana María es la primera Superiora. Después de sólo tres años, el Instituto está en auge. En 1892 abrió personalmente una casa en Montevideo (Uruguay). En 1899 abrió la casa en Alto Alegre, al norte de Brasil, para ayudar a los frailes capuchinos en la misión "San José de la Providencia". El 13 de marzo de 1901, después de sólo dieciocho meses desde la llegada de las hermanas, los siete religiosas fueron asesinadas junto con los 4 frailes Capuchinos, dos terciarios y 240 fieles.

En 1902 la Madre María Francisca emprende su último viaje, que durará dos años, de Génova a Montevideo. Murió en Montevideo el 6 de agosto de 1904. El 10 de octubre de 1993, en la Basílica de San Pedro, fue beatificada por San Juan Pablo II.

6. María de Jesús, como seglar Carolina Santocanale, nació en Palermo el 2 de octubre de 1852. Desde niña cultivó el deseo de entrar en el monasterio de S. Catalina, encontrando la oposición de sus padres.

En 1880 se trasladó a Cinisi en casa de su abuela. Después de una larga enfermedad con la ayuda del párroco y de haber conocido al beato Santiago Cusumano que había iniciado el “Bocado del pobre”, puso en marcha una nueva obra siguiendo la Regla franciscana. El 13 de junio de 1887, en la iglesia del Colegio de María, en Cinisi, recibe el hábito de Terciaria junto con otras jóvenes.

Como el lugar escogido para la vida en común era insuficiente, obtuvo permiso de sus padres para vivir en casa de sus abuelos. Aquí se trasladó con sus primeras compañeras el 11 de febrero de 1891, iniciando su apostolado: visita y servicio a los pobres y enfermos. Más tarde también acogió a un cierto número de huérfanos.

Aumentando aún más el número de hermanas, sintió la necesidad de darse una Regla, que le fue concedida, junto con el decreto de agregación del Instituto a la Orden de los Frailes Menores Capuchinos. El 13 de junio de 1910 Carolina, con el nuevo nombre de María de Jesús, vistió el hábito capuchino.

La Primera Guerra Mundial hizo sentir sus dramáticas consecuencias también en el Instituto, pero las pruebas se hicieron aún más severas cuando el Arzobispo de Monreale, si bien elogiaba el trabajo realizado, a causa de la carencia de medios de subsistencia, la invitó a cerrar el noviciado.

El desánimo y las incomprensiones terminaron afectando su salud. La "Señora", como la llamaban con respeto y devoción los habitantes de Cinisi, fue obligada a trasladarse a Palermo con sus hermanos para recibir tratamiento. Recuperó sus fuerzas y regresó al Instituto. El 24 de enero de 1923 el Arzobispo le envía la orden de reapertura del noviciado y el decreto de confirmación del Instituto. Murió el 27 de enero de 1923 en Cinisi. El 13 de junio de 2016 fue beatificada en la catedral de Monreale.

7. El gran valor de la agregación a la Orden, presente en esta doble canonización, evoca la participación en los bienes espirituales preciosos y únicos del carisma franciscano al que nos sentimos fuertemente arraigados y vinculados. Este apoyo es de ayuda mutua para crecer juntos en la adhesión y el anuncio del Evangelio.

8. Vosotras, queridísimas hermanas, nos restituís y nos mostráis que vivir el servicio sencillo, humilde, constante, fiel, realizado con alegría, sin pretensión de reconocimiento, construye y hace vivir la misma fraternidad, pero sobre todo reclama nuestra cercanía al pueblo, dando respuestas concretas y vivas a sus sufrimientos. Gracias, queridas hermanas, por recordarnos a nosotros los hermanos, nuestro deber de permanecer, según la conocida expresión, "frailes del pueblo".

9. Mi deseo, queridas hermanas, es que sepáis mantener intacto vuestro estilo de vida, no en la simple repetición de gestos o costumbres, sino haciendo revivir la intuición y la inspiración fundamental de vuestras Madres Fundadoras: en definitiva, la capacidad de amar a todos y cada uno, queriendo lo mejor para ellos. Que vuestro servicio a los "leprosos" de hoy tenga siempre como fundamento el rostro de Cristo crucificado y la mirada maternal de María, la Virgen Inmaculada.

10. Queridos hermanos y queridas hermanas, que estas dos mujeres que la Iglesia nos señala hoy en su santidad de vida, vengan en nuestra ayuda y obtengan para nosotros la verdadera paz y la auténtica unidad y comunión, mostrándonos cómo ser, también hoy, instrumentos dóciles en la manos del Señor, inclinados sobre las necesidades de los hombres, para hacerles saborear la bondad de Dios y para orientar al mundo entero hacia Él.

Os bendigo.

Fraternalmente,

Roma, 12 de mayo de 2022
Memoria de San Leopoldo Mandič

Fr. Roberto Genuin    
Ministro General OFMCap.

Modificado por última vez el Lunes, 16 Mayo 2022 21:37
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